mirar alrededor, que hay tantas cosas
sobre las que volcar sus cuatro letras.
Procure no habitar sitios comunes,
lugares infectados de tibieza,
o limpios de la sangre de los muertos.
Es fácil encontrar la musa al vuelo
en medio del trasluz de la ventana,
en el televisor, o en la cocina,
derramando la sal en los pucheros,
cerca del escritorio, en el pasillo
debajo de la alfombra haciendo nudos.
La casa esconde historias dando vueltas,
solo hay que tener ojo y mano firme.
Elevar la rutina a los altares,
sembrar lo cotidiano en las ideas.
Y Una vez ya fijado el objetivo,
falta contar los versos y ordenarlos
y dejar reposar a juego lento.
Y si después de todo no queda satisfecho,
le devolvemos su poema.
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