Una mañana más se asomó por el ventanuco. Se sabía de memoria lo que se divisaba, las viejas naves industriales que a esa hora estaban cerradas, el bar de la esquina y la tienda de prensa…pero aún así le gustaba mirar, e imaginarse cómo se sentiría si estuviera allí fuera. Primero se tomaría un buen café, cargadito como a ella le gustaba, luego se fumaría un cigarro en la puerta del bar y por último caminaría despacio y compraría el periódico del día en cuyos titulares se podría leer: Liberada C.T.R. después de cinco años de secuestro.
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