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miércoles, 18 de julio de 2012

LA PRUEBA


De repente, la música empezó a ensordecer sus oídos, estaba tumbada y solo podía ver una ostentosa lámpara con multitud de cristales de colores que se movían con un balanceo incesante. Intentó relajarse, coger aire, retenerlo y luego expulsarlo poco a poco, tal como le contó su prima  Rosario que tendría que hacer para no sentir dolor; a ella le había funcionado…pero le era imposible. Cerró los ojos y unas  lagrimillas empezaron a brotar, mientras  escuchó la voz de la “ajuntaora” que enseñaba con orgullo el pañuelo a los patriarcas.



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