se revela el pasado en blanco y negro.
En el aparador, dos candelabros,
y aquella mesa larga y encerada.
Subida al escalón, creció desnuda.
No se pudo ampliar el dormitorio,
la muerte se hizo dueña de la casa.
Las heridas curaban con aceite,
vistieron de prestado su conciencia.
Jugando a ser mayor, quebró su vida.
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