Hace calor.
Un verano extendido
fuera de las costuras de la inercia.
Dicen que será así ya para siempre.
Se detienen los trenes que se escapan
de las últimas siestas sudorosas.
El viejo mar no existe.
Solo alguna piscina abandonada
teñida con verdín y césped de mentira
refresca la memoria.
Ya cerca del otoño,
evocando los ecos de un naufragio
se rompen las cadenas.
Salimos a las calles.
Madrid, ¡qué bien resistes!
Has parado las ruedas del destino
vistiendo una bandera mancillada,
haciendo el boca a boca a una infancia que agoniza,
pero siguen matando.
Algo sucio y oscuro resucita
para los que se tapan los ojos con las manos.
Hoy concluye la ONU en un informe:
“En la franja de Gaza Israel ha cometido un genocidio”
Hace calor,
pero yo estoy temblando.
He escuchado los nombres
de criaturas
asesinadas
en Palestina:
Mariam Mohammed Nader Al-Sousi
Amal Yousef Talef Alyan
Abdullah Mohammed Riyad
Hamed Suleiman Mustafa Abu Khati
Y dieciocho mil cuatrocientos noventa y seis nombres más.
Hoy también he sabido que ha muerto Robert Redford.
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