Ya he recibido la pitanza.
El mundo se debate
en estados famélicos y hartazgos.
Solo la fiebre nos despierta,
la palabra de dios
y un grito que ya dura mil inviernos.
En Somalia, en Nueva York
en Mali, en Gaza o en Ucrania,
no da lo mismo.
El hambre, la sequía,
la guerra, la basura,
y las Torres Gemelas desmembradas.
En cabañas sin luz
se ahoga el futuro, fin de siglo.
Somos lo que comemos,
por eso África no existe.
Lo he visto con mis ojos.
Ya he calmado la sed,
bebo las letras de mis libros,
admiro a mis estrellas,
nado y guardo la ropa,
y me acuerdo del mar.
Yo nunca pasé hambre.
Pido la paz y el pan
y un poco de justicia,
y que puedan
subir arriba los de abajo.
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