Hay poetas de luz y de limosna
que mendigan aplauso y sol de invierno.
Si salen de su cueva se adormecen
y plagian tres sonetos a la luna.
Se cuelgan un disfraz de autor fallido
y no leen más allá de sus narices.
Yo escribo para ver mejor,
ahora que la presbicia me acompaña,
y respiro profundo tras la herida,
si remiendo los rotos del pasado
con algo de ilusión tras los cristales,
que el presente es hostil y caprichoso,
y el día de mañana, ya veremos,
rebuscaré en los cubos de basura
o viejas librerías en buen uso
poemas que sostengan un verso entre las manos.
Qué bien ves, estimada Lola. Un abrazo.
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