descubrí las estrellas y las lunas.
El insomnio acunó mis ilusiones
y el viejo amanecer nació entre sangre.
Los siglos venideros
vaciarán la vida
en medio de hombres endiosados.
Los dioses lloraremos,
y esas lágrimas secas entre escombros
abrazarán la noche,
mientras mueren los niños y las niñas,
mientras masacran, violan, descuartizan, mientras matan de hambre, mientras el dolor crece y se desnuda.
Ya no soy una diosa protectora, he fracasado, y mi llanto no sirve para nada.