Una mujer se esconde,
guarda su historia tras los muros.
Sostiene entre sus manos
los sueños venideros,
se disfraza de mar, se desdibuja.
Una mujer se viste de ramaje
y espera el árbol de la vida.
Navega por la red entre amuletos,
barcas de sol y luna llena
para dar luz al inframundo.
Una mujer se escapa,
se convierte en la diosa transparente
que camina hacia el beso más eterno,
de líneas sinuosas
con oro y savia en sus raíces.
Una mujer se encierra en una nube,
y abre sus ojos puntiagudos.
La viva Imagen de sí misma,
se asoma a la ventana algunas tardes
si alguien escribe “Klimt” en un teclado.
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