Hace ya
tantos años que te has ido,
que no
recuerdas casi mi presencia,
solo sé que
tus manos me interrogan
que tu piel
tiene sed, que tienes miedo.
Te apoyas en
mi brazo temblorosa
y yo te
peino, te deshago,
te reinvento
entre luces amarillas,
y sin poder
volar, yo te transporto,
mullidas
soledades te acomodan,
nos damos un
paseo por las nubes
y damos de
comer a los gorriones.
Ya casi son
las ocho, ya oscurece.
Te compraré
un helado de frambuesa
o mejor
chocolate, te encantaba.
Vuelvo a ver
esa chispa en tus ojillos
envueltos en
legañas engañosas.
Segundo
turno de la cena,
ya tienes
tus pastillas machacadas,
Otro sábado más, un día menos.
Otro sábado más, un día menos.
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