Al principio
fue el caos,
danza del
aire airado y mil batallas,
ramillete de
estrofas en la mano
y alguna
rima plácida en la boca,
envolvieron
mi lengua tan despacio.
Casi feliz y
transparente,
me lancé a
escudriñar todas las voces
de estrellas
enlutadas en sus ojos.
Aspiré todo el
viento y el salitre,
con sed al
deshojar todos sus versos.
Ahora, en el
retoño del pasado
silencioso
vaivén, olas y nubes
que mata la
agonía de la tarde.
Me lanzo al
mar sin ruta ni destino,
ya habrá un
cielo remoto que me acoja.
Voy a seguir
luchando sin cordura
por esa gran
idea que nos salve.
“Me siento y contemplo”,
y no escribo
nada.
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