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jueves, 22 de marzo de 2012

SIEMPREVIVA

Aquella tarde, papá, regresó a la tumba entristecido. Había recorrido todos los mercadillos en busca de sus flores preferidas y no las había encontrado, rompiendo así la promesa que le había hecho a ella, de llevarle allá donde estuviera un ramo de siemprevivas por su cumpleaños.
Pero cuando regresó, y nos vio a mi hermana y a mí de la mano de mamá, se echó a llorar de alegría. Mi madre  había perdonado su infidelidad y a partir de entonces pudimos verle, jugar con él todo el tiempo. Una de las cosas que más nos divertía era ir a recoger siemprevivas al campo cada 5 de febrero.

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