El año pasado, me apunté a clases de ritmos caribeños. Mi amiga Arantxa insistió tanto que no puede resistirme y de repente me vi ante un espejo marcando el paso básico de la salsa en línea:
- Un, dos, tres...cinco, seis, siete
- Un, dos, tres...cinco, seis, sieteYo me preguntaba: "¿Por qué se salta el cuatro?...
Mi mente iba por un lado y mis pies por otro, cuando de repente, entró en clase una pareja pidiendo disculpas por su tardanza y me eran tan, tan conocidos...Claro!!! eran Laura y Juan Carlos, los agradables recién casados que conocí en mi viaje a Egipto...
Definitivamente mi mundo es un pañuelo...
Al final de la clase, nos fuimos a tomar unas cervecitas y nos contamos nuestra vida; omitiendo por mi parte algún pasaje como la paternidad de mi Nilo. Ellos se seguían dedicando a la rehabilitación de viviendas, y con bastante éxito según me contaron. Fueron tan atentos que me atreví a pedirles un gran favor.
Mi casa de renta antigua se venía abajo. Los vecinos no querían hacer frente a las obras y yo era la única que mostraba interés y podía hacerme cargo del proyecto.
Me dieron una tarjeta de su despacho y quedé con ellos.
Una vez más, la Plaza de Manuel Becerra aparecía en mi vida. Esta vez no se trataba de un ático, sino de un loft a pie de calle, con una decoración exquisita.
Me abrió la puerta el socio de mis compañeros de crucero y de baile, un morenazo de ojos preciosísimos que me recibió con una gran sonrisa
- Tu debes ser Isadora, no?
- Si, y tú?
- Santos, encantado de conocerte.
CONTINUARÁ...
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