Ellos.
Masculino plural, no hay más historia.
Llamarse Elvira en Granada,
ser plañidera en Pechinas,
alcahueta en Córdoba
o mandadera en Guadix.
Nombre y oficios de mujer.
Beber agua sin sed,
desear amor sin ser amadas.
Collares rotos y sus cuentas
música en el azul del azulejo
y salvia dulce en La Alcazaba.
La historia enterró su lengua
pariendo anónimos sus versos.
Jarchas al alba mutiladas,
esa canción de cuna
llegó tarde.
Amores, besos húmedos y oscuros,
esclavas, rimas y susurros
resurgen del olvido tenebroso
impresas en epílogos borrados.
Yo.
Pendolista que descubro
viejas historias sin palabras,
las traduzco al femenino singular.
Ella.
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