Busco la inspiración en ese cuarto
lejos del
ruido gris de cada tarde.
Cerca, la soledad más llevadera.
Guardo todo mi tiempo en una mano
y con la otra escribo lo que olvido:
letras desparejadas
que podrán repartirse mis amigos.
Triste legado…
Hoy, más viva que nunca,
curaré mis heridas sin saber qué soñar,
me dejaré la piel en cuarentena.
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