Un enfermero firma su contrato,
es el quinto en el último trimestre.
Una médica emigra a Reino Unido
para dar un hachazo a su futuro.
Un celador agota su subsidio
mientras escupe miedo en esa fila.
—A-32, pronto me toca.
La funcionaria sella con desgana
la última casilla del boleto,
sin suerte y sin salida.
—Le toca el día seis, que no se olvide.
La limpiadora enjuaga su bayeta
en agua y amoniaco, dos en uno.
Sus ojos irritados se evaporan,
sus manos agrietadas se retuercen.
Le esperan horas extras en su casa.
Una anciana se queja temblorosa,
mientras su auxiliar vuela por la sala.
Ya pían todos por la cena,
y las pastillas machacadas.
Es turno de acostar y llega tarde
se le ha roto una uña en el camino
Y ahora araña entre algodones.
El voluntario escribe en su libreta
los lotes caducados de conservas
excedentes del banco de alimentos.
Un hambre de justicia y poca leche.
Algo se tambalea en el sistema.
Se necesita un héroe que nos salve,
que devuelva algún verso puntiagudo
para matar tanta maleza.
Creció la hierba más de lo debido
y las rosas deshojan a destiempo.
Si acaso algún poeta en desempleo
—A-33, pase el siguiente.
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