“Acostumbrarse es otra forma de morir”
Dulce Chacón.
Le conoció
una tarde.
Agrio vino y
serrín el escenario,
banda sonora
triste,
música de
posguerra y pandereta.
Sus manos no
temblaron,
sus ojos no
le vieron.
No supo amar
como en el cine,
como Rita,
Sara, Lola, como Carmen.
Se dejó
llevar, vivir.
Su madre la
elevó a los altares,
tul de segunda
mano en su noche de estreno.
Se
acostumbró,
amor a media
luz, incandescente.
Cuatro hijos
nacieron,
con sangre
envenenada y carne dulce,
y el cine la
salvaba algunas tardes,
Joselito y
Marisol, sesión continua.
La muerte la
besó fuera de plano,
la ficción
dejó de ser una escapada.
Hoy, lejos del hogar busca su sitio
y ya no se acostumbra.
Alguna tarde
gris se funde en negro.
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