Te quiero más ahora que no existes,
tu piel rasgada y gris me dio la vida,
dolores me llamaste sin herida,
niña de trenza azul con ojos tristes.
Sueñas con esa puerta ya cerrada,
no hay llave que acaricie los cerrojos
ni nube que dibuje trampantojos.
La noche es luz y oscura la alborada.
Vivo con ilusión este espejismo,
murmullos del silencio en el abismo
se cuelan sin pudor en tu memoria.
Moldearé tu muerte a mi manera,
escribiré por ti lo que yo quiera:
y este poema sin dedicatoria.
Ilustración: Baltasar Lobo Casuero.
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