“…Lo peor es que vivo entre dos aguas y no distingo bien cuál es la
mía…”
(“El albergue de las mujeres tristes” de Marcela Serrano.)
Con el alma arrastrada por el fango,
con muy pocas certezas y con miedo,
doy vueltas y más vueltas
al sinsentido de la vida.
Acaricio la nada con el llanto
retenido en mí espalda.
Dejo salir el mar y me vacío.
Con vértigo y pasión levanto el vuelo
y el amor…
ese lugar común que tanto inspira,
ese motor que nos empuja
a enterrar la tristeza
con la emoción de un nuevo día
muy lejos del hogar donde hace frío.
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