en este instante en que me detengo
y miro la ausencia de fantasmas,
el silencio agradecido de la noche
No espero más alegría
que la que pueda alcanzar hoy con mis dedos.
Asumiré las tristezas que vengan
con mirada ausente y esperanza.
Ojalá la vida me sonría como ahora mismo
a las doce y diez de la noche
a las doce y diez de la noche
de un sábado que ya es domingo
de enero, de año nuevo.
Desconozco si bajo esta quietud
se remueve la entraña de la vida.
Si aparece algún manantial desbordado
esperaré en el lago del espejo.
Miraré mi reflejo
y bajo unas gotas de rocío
acariciando mis sombras
acariciando mis sombras
cerraré los ojos y soñaré con luz.
Hoy, domingo ya
sigo igual, inmutable en los silencios
cómoda en mi traje de vida,
escucharé los susurros
caminando de puntillas,
como las bailarinas de ballet
y si todo sigue igual,
llegará otro domingo,
lo celebraré con alguna pirueta
sin esperar ningún aplauso que rompa
esta tranquilidad, este sosiego, esta paz,
esta alegría.
Hoy, domingo ya
sigo igual, inmutable en los silencios
cómoda en mi traje de vida,
escucharé los susurros
caminando de puntillas,
como las bailarinas de ballet
y si todo sigue igual,
llegará otro domingo,
lo celebraré con alguna pirueta
sin esperar ningún aplauso que rompa
esta tranquilidad, este sosiego, esta paz,
esta alegría.
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