Y restos de lágrimas en las mejillas que desaparecieron cuando
frente al espejo me lavé la cara, cerré los ojos mientras me recreaba con el frescor
del agua. El resto fue fácil, rehacer la coleta, peinar mis
cejas y un poco de brillo en los labios fue suficiente para que mi
madre no preguntara nada…
Ha pasado una semana y ya no tengo que tener cuidado cuando
salgo de la ducha para que nadie en casa me vea los moratones en la espalda,
Además hoy estoy especialmente contenta, me ha venido la regla.
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