“Y me voy sin haber
recibido mi legado,
sin haber habitado mi
casa,
sin haber cultivado mi
huerto,
sin haber sentido el
beso de la siembra y de la luz…”
León Felipe
Puerto de La Coruña. Lunes 6 de abril de 1925.
Una mujer a punto de embarcar rumbo a Buenos Aires donde va a trabajar de ama de cría, dejando atrás dos hijos, tres hijas, un marido y toda una vida en su Asturias natal.
Me voy
con los pechos henchidos,
rota de pena y esperanza.
Marcho desnuda y casi muerta
en busca de otra vida que ponerme.
No sé lo que me espera tras la orilla,
tan lejos de mi tierra,
ya tan cerca del mar ensombrecido.
Dejo atrás los acordes del orbayu
y algún baile enredado en la distancia,
los ojos de mis hijas y mis hijos,
las manos retorcidas de mi hombre,
campos de berzas, miel en celo,
pan negro y el carbón de cada día.
Me voy
a alimentar de sueños nuevas vidas.
Se me desborda el pecho y tengo frío.
Algún día, de otro siglo
quizás alguien me invente en un poema,
y reciba mi luz y mi legado
de mala leche y ojos tristes,
y me envuelva en la tierra desterrada,
y se atreva a jurar que fui su abuela,
Y se atreva a jurar,
Y se atreva.
Tierno y crudo por igual.
ResponderEliminarMuchas madres en este país y en otros países tuvieron que irse con los pechos reventados, una para allá de los martes, otras para acá dentro del país pero dejando también a un hijo desterrado y un viaje en el tren correo de veinte horasy regando la garganta de oro niño con la flor de sus pechos. Es completamente cierto. Yo destetado y desmadrado junto a otros seis hermanos. Mi madre en el tren correo, rumbo a Madrid donde el trabajo empezaba a florecer.
Me atrevo a jurar que fue mi abuela.
EliminarGracias por tu lectura y tus comentarios que tanto alimentan, amigo...Como esos pechos, Dan vida.
Un abrazo enorme.