“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima
sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.”
Proverbios 31:10.
Tengo muy poca fe, lo reconozco.
Me he perdido buscando amor,
y aún brilla algo de esperanza.
Deslumbra escondida
bajo las comisuras en mis labios
cada vez que sonrío en el espejo.
Por caridad subsisto.
Dios no tocó a mi puerta,
y me dejó a merced de lo mundano.
Tampoco derrocho
virtudes cardinales,
soy muy poco prudente y escribo
todo lo que me viene a la cabeza.
Debería medir mis palabras,
Debería medir mis palabras,
igual que intento medir estos versos.
Fortaleza me sobra
para poder sobrevivir hasta
la muerte.
De justicia, ni
hablamos…
de templanza tampoco,
ya no quiero guardar la compostura.
Generosa en pasión y sentimientos,
no soy mujer virtuosa.
No creo en oraciones,
ni en escrituras sagradas.
Soy un diamante en bruto,
Soy un diamante en bruto,
si me encuentran y tallan,
seguro que me estiman largamente,
por mucho que me nieguen los Proverbios.
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