Un pájaro cegado
recorre la emoción de este paisaje.
No hay ruidos de autopista,
ni olor a gasolina desgastada.
El verde verdor de esta primavera
me devuelve al cobijo del silencio.
El río nace de un regato,
historia, que no leyenda sin luz.
Gota a gota.
Blanco pureza y una estrella.
La calle vestida de rojo,
pasea muda por la esquina
incestuosamente.
Sigue su curso y todo se desarma,
Un sol, un árbol, un columpio
donde las criaturas se entretienen.
Cuesta subir la cuesta
al divisar meandros y gargantas,
y un caudal de preguntas se sumergen.
¿Hasta cuándo?
¿Dónde?
Sigo esperando el metro, llego tarde.
Las estatuas de mármol se sonrojan
en este medio día exagerado.
La semana encierra mis suspiros.
Un lunes perezoso que hace aguas,
un martes seco y gris.
Ya falta menos.
No hay fiestas que guardar en el bolsillo,
tan escondido el calendario.
Pronto llegará el mar, feliz destino
y desembocarán mis días y mis noches.
Siempre nos quedará Octubre.
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