esa bestia marcada en el abismo
que aterroriza tan despacio.
Una voz, un estruendo y aguas limpias,
la música en la frente de otro ángel,
con las alas de trapo entre las nubes.
Hay fuego y tierra al otro lado,
el mar se hizo cristal sin rompeolas,
con sangre y sal entre susurros.
El viento contenido en un acorde.
Ira.
Y la mujer.
Siempre la mujer,
desposeída y ultrajada.
Madre de todos los pecados,
Mujer rota, mujer fuego.
Mujer tierra.
Mujer encinta.
Mujer a cielo abierto.
Aves que se alimentan de desechos
para volar libres sin destino.
Miles de años han tardado.
La noche de los siglos se deshoja
y se quema en los lagos del infierno.
Lejos del mar,
cerca en la nueva tierra,
lejos del mar.
Sin dolor y sin llanto, luminosa
el agua de la vida fluye lenta.
Yace muerta la noche
y el amor será siempre con nosotras.
Amén.
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