Etiquetas

sábado, 28 de enero de 2012

El TERCER OJO

Tras cinco años viviendo en Londres, regresé a España, dispuesta a empezar casi de cero. Tenía venticinco años, una incipiente carrera como soprano, un fracaso matrimonial y una depresión de caballo que agudizaba cada vez más mi ya conocido por ustedes miedo escénico.

Mi amiga Arantxa me recomendó que me apuntara a clases de yoga para mejorar mi constante estado de ansiedad. Esta mujer siempre ha tenido un alto nivel de convicción, así que un trece de enero de 1987 me dirigí a la plaza de Manuel Becerra y en un confortable ático conocí al que poco tiempo después se convertiría en mi segundo marido.





Físicamente no era gran cosa, rubio y con ojos azules, pero más bien del montón, pero cuando hablaba, te transmitía un relax incomparable, y su sonrisa me cautivó casi nada más conocerle.
Estaba falta de reír, en Inglaterra la gente ríe muy poco y lo echaba de menos.





Así que me instalé en el "aquí y ahora" con una sempiterna sonrisa de oreja a oreja que hasta hizo sospechar a mis allegados de una posible ingesta de alucinógenos.




De repente, mi mundo se centró en "el saludo al sol" varias veces al día, meditación, pranayamas, y tomar té, mucho té. Adelgacé notablemente, de hecho nunca he estado tan delgada como en aquellos años.
















Javier, mi instructor, y yo nos hicimos inseparables.



El verano de 1988, nos fuimos a la India y nos casamos por el rito hindú. Arantxa y su entonces novio César, un fisioterapeuta de Zaragoza y estudioso de las aplicaciones del  Hatha yoga, y otras técnicas milenarias, oficiaron de padrinos.
Yo iba guapísima con un sari rojo, pero ni siquiera el tercer ojo me ayudó a vislumbrar el fracaso que se me avecinaba;




 y es que ya desde ese momento, Javier dirigía todas sus miradas, incluso con el tercer ojo, al turbante del novio de mi amiga, en lugar de a mi sexy sari rojo.





 El año pasado, recibí una invitación de boda:
"Tenemos el gusto de invitarte a nuestro enlace matrimonial, tras muchos años de convivencia" Javier y César.


Acudí, como no! a la boda y me reencontré con Arantxa, que me habló de los beneficios de los ritmos caribeños entre las cincuentonas y.....ya les dije que mi amiga tenía un alto nivel de convicción, verdad??

CONTINUARÁ...

No hay comentarios:

Publicar un comentario