Hace mucho tiempo ya,
perdí mi corazón y la cintura.
No quise atar en corto
esas viejas pasiones del olvido
que ahogan y no aprietan.
Los surcos del amor se dibujaron
Los surcos del amor se dibujaron
en mis tejidos rotos.
Ahora no sé cómo dar la talla
ni guardar la línea de mi vida
sin halagos que engorden mi ego,
o mi eterna flaqueza de espíritu.
Voy a mantener mis convicciones.
Seguiré engullendo versos compulsivos,
tocaré la lengua con mis dedos,
hasta vomitar todas las letras.
Voy a contaros todo, no quiero comerme nada.
El poema está servido.
Ilustración: Gabriela Pascale.
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