que me llaman a veces Mirlo Blanco,
el más común de los inmortales,
un océano de fuego
que el viento se llevó.
Sí, soy febril como el sábado noche,
azul como el genio de la lámpara.
Búscame cerca del club de la lucha,
al este del Edén, en Casablanca,
en el segundo estante a la derecha.
Sí, detrás del siurell de Mallorca
y la sorpresa del último roscón,
junto a un viejo ejemplar del Cossío.
Elígeme, por favor,
sé mi padrino.
Recíclame a DVD.
Será el mejor Happy End
para una pobre cinta
de VHS.
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