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domingo, 4 de octubre de 2020

FISIOTERAPIA



Ahora que ese recuerdo no hace daño,
el trazo se mitiga con las sombras
y el futuro se cuelga de una viga
presa en el ojo ajeno que me aplasta,
es hora de aliviar mi pobre espalda
que es un bloque sin luz, a voz en grito
pegada al esternón como una losa.
Gano movilidad muy torpemente,
las vértebras se quejan y se ahogan.
Tengo que respirar a mis costillas
crear espacios infinitos
para dar suavidad al diafragma
mudo, prosaico, sin poemas.
El cuello es lo peor, no se acomoda.
Me quedan dos sesiones todavía
para mirar atrás y que no duela.


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