Palabras prestadas: carta, estación, azul, detalle y abuela.
A
menudo me acuerdo de mi abuela
de
sus ojos azules y sus manos suaves.
Recuerdo
el sabor anisado de sus rosquillas,
y el
blanco de su pelo.
Detalles
insignificantes que cobran vida.
Mi
memoria viaja lentamente
por
estaciones de tren abandonadas,
en espera de que llegue aquella carta y saber donde encontrar al fin su cuerpo.
El cuerpo no es nada si no existe el recuerdo, que es nuestra mejor herencia de aquellos que tanto hemos amado. Como bien dicen tus versos, lo más insignificante cobra vida cuando lo rememoramos. Un beso preciosa
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